La novela "La estación de los desesperados o los colores de la Muerte" es una obra maestra de emoción y belleza, más allá de la historia trágica de los cuatro protagonistas.
Al igual que en "Obsesión Blanca", descubrimos la maestría con que Valérie Valère dominaba las palabras, y de alguna manera es una novela premonitoria.
En una época en que todavía no se conocía el SIDA, nos cuenta la historia de cuatro personajes afectados por una enfermedad incurable: están condenados a una muerte segura y no saben qué crimen cometieron para recibir tal castigo.
Los médicos están perplejos y buscan un remedio mientras que la muerte comienza a mostrar poco a poco su rostro a estos enfermos que no la quieren ver. Estos cuatro personajes, todos distintos el uno del otro, están unidos solamente por su misma desgracia.
El libro es uno de los más difíciles de encontrar de los que escribió Valérie, se publicó por primera vez en 1992.
A continuación, transcribo el resumen de la editorial:
"Se trata nuevamente de una obra inédita magistral de Valérie Valère, fallecida hace 25 años, estrella fugaz de la literatura, asesinada por su siglo. Ésta es una novela premonitoria, muy kafkiana. En esa época en la que no se conocía el sida, los cuatro protagonistas se enteran sucesivamente que están afectados por una enfermedad incurable que los condena a muerte en el corto plazo. Ante ese fatal destino, cada uno comienza a hundirse, a su modo, en la angustia y la desesperanza, se mezclan en ese torbellino y cada uno se imagina los colores de la muerte. Ninguno se hubiera salvado si milagrosamente no se hubiera descubierto a tiempo un suero para devolverles la vida. Si Armel simplemente se deja morir, Michel se mata en un accidente automovilístico y los otros dos, desdichados, se ven condenados a transitar por los rieles de su vida, monótona y triste. Una novela estupenda, inesperada, peligrosa, anclada en las profundidades de la vida por una autora que dentro de poco, iba a morir también".
Y este es un extracto del libro:
"¿Qué otra salida podría haber encontrado para esta vida sin pensamiento y ese cuerpo sin conciencia? ¿Qué carta le podría haber mostrado aparte de la dama de pica, esa dama negra y sarcástica. Leyó su destino en el rostro de aquella anciana, adivinó las palabras prohibidas y esa carga misteriosa que aplasta su cuerpo se transformó en maravillosa sensación de levedad... Ahora sabe que el científico que está sentado detrás de su escritorio no va a predecir nada más que lo que su intuición le acaba de soplar. Sabe que está perdida al no aceptar mirar esa palabra pegada al rostros de los ancianos, esa palabra que asusta, esa palabra a la que se teme, y que de pronto adquiere para ella una atrayente dulzura y una belleza..." Página 85