Quizás una de las cosas para las que más útil es echar las cartas es cuando tenemos algún tipo de situación difícil o confusa a nivel sentimental.
Mucho se podría escribir y decir sobre las consultas del Tarot a nivel sentimental, tanto cómo para llenar por lo menos un libro más bien gordito. Una de las cosas más importantes que ya dijeron varios autores es que nunca hay que juzgar a la persona a quien echamos las cartas; yo lo intento y creo que casi siempre lo consigo, pero me doy cuenta de que hay que tener una actitud interna abierta y libre de prejuicios para poder hacerlo.
Poniendo un ejemplo, es fácil que en una consulta llame alguien que tiene una pareja "oficial", y a la vez un "amante", siendo este último quien centra su atención; mientras que en otra consulta puede llamar otra persona que está en el otro lado, es decir, que tiene una pareja que a su vez le ha engañado con una tercera persona y esto le hace sufrir.
Por eso siempre hay que intentar ver y entender cada situación como algo único e irrepetible, y que casi seguro es bastante complejo y profundo para extraer juicios de ello de manera precipitada y superficial. Dice el dicho que "Quien habla de cosas que no conoce suele decir tonterías", y yo añadiría: "...Y quien juzga una persona o situación que no conoce en profundidad, suele meter la pata hasta al fondo".
Si adoptamos esta actitud abierta y receptiva ante cada problema que alguien nos plantea, veremos que el mundo y las personas somos algo infinitamente variado y que cada situación es única y especial, y sin verla en detalle, despacio y sin prisas, no podemos ni entenderla bien ni ayudar a la persona que nos llama.
Por eso yo hago tanto incapie en no tener un límite de tiempo estricto para las consultas, porque pienso que cuando hay una cuenta atrás para que finalice la consulta es muy fácil decir cosas precipitadamente y sin pararse a mirarlas en profundidad.
Otra cosa que creo que es muy importante cuando se echan las cartas sobre algún tema sentimental es decir siempre lo que se ve, con tacto y diplomacia, pero nunca hay que caer en la tentación de pintarle al consultante las cosas mejores o más bonitas de lo que realmente las estamos viendo, aunque esto a corto plazo podría darle una efímera alegría o esperanza a medio plazo no le serviría de nada, y es posible que fuera perjudicial.
En cambio cuando se dice lo que se ve, aunque al principio pueda ser amargo, a la larga es mejor, porque sirve para aceptar la realidad, lo cual es algo fundamental e imprescindible para hacer frente a cualquier problema o situación difícil. Yo a menudo me encuentro con personas que cuando les digo que en determinada relación no se ven sentimientos cálidos por la otra parte, después de pasar el primer disgusto inicial me dicen que en el fondo ya lo sabían, pero que necesitaban que alguien se lo dijese para darse cuenta y empezar a aceptarlo.