Como dicen Lin y Larry Pardey: "Sólo puedes hacer algo por primera vez una sola vez en la vida", eso es lo que iba pensando mientras Xebec y yo avanzábamos a buen ritmo rumbo a las islas del Cabo Verde, para mi la travesía de Viana do Castelo a Madeira fue mi primera travesía oceánica, y de alguna forma esta otra de Madeira a Cabo Verde ya no tuvo la emoción ni la novedad de la primera, fue más bien rutinaria, como si ya has aprendido a conducir un coche y no te supone mucha novedad usarlo todas las mañanas para ir al trabajo.
Lo que más me rondaba la cabeza era como serían las cosas una vez que llegase a Cabo Verde, llevaba 3 años leyendo sobre este país, su historia, su cultura, su situación actual... y tenía claro que las cosas iban a ser muy diferentes, me preocupaba la situación a nivel de seguridad, la supuesta pobreza a nivel material que se dice que hay aquí, los terribles mosquitos... en definitiva un poco todo, es lo típico de cuando tienes mucha información, que siempre hay algo con lo que preocuparte y darle vueltas a la cabeza.
Afortunadamente después todo fue bien, y mientras escribo estas líneas hace más de un mes que estoy en Cabo Verde y tengo claro que fue una decisión muy acertada el venir aquí.
Ahora bien, cuando estaba a la altura de Canarias tuve mis dudas sobre si torcer un poco a la izquierda y pasar otro invierno en la isla de la Palma...
Llevaba casi 3 días navegando, estaba cansado, el viento era más fuerte de lo que me gusta, las olas demasiado grandes y demasiado confusas, el barco se movía mucho... y pensar que en poco más de medio día podría estar felizmente amarrado en el puerto de Tazacorte era algo tentador comparado con la idea de estar otros ocho o más días solo en medio del mar con todas esas incomodidades y peligros alrededor.
Miraba la carta y el derrotero e intentaba imaginarme como sería la isla de la Palma, toda la gente que conozco que estuvo ahí me habló bien de ella, una especie de Madeira estilo español, y de alguna forma me imaginaba que me gustaría, ya había preguntado el precio de los puertos y no eran caros, puede que hasta pudiera abastecer el barco en condiciones (en Madeira no había muchas cosas), a lo mejor hasta había quesos de verdad en los supermercados, alcohol de quemar para la cocina, keroseno...
Pero era todo demasiado previsible, un lugar más del autodenominado primer mundo, ese sitio donde llevo viviendo los últimos 33 años, que sin duda tiene cosas buenas, pero después de conocerlo bien también tiene bastantes cosas de las que ya hace tiempo que estoy un poco harto, y sin duda Canarias y la isla de la Palma no dejarían de ser una continuación de la misma historia.
Y quien sabe, quizás el mundo en vías de desarrollo podría gustarme, al menos sin duda iba a ser muy diferente, tal vez hasta más barato y divertido...
Entonces miraba hacia la proa del barco, 800 millas en esa dirección estaba Cabo Verde, la isla de la Sal y el África Tropical, hacía años que leía muchas cosas sobre esos lugares y hablaba con gente de ahí o con personas que habían estado de viaje o trabajando, y todo parecía indicar que tenía sentido para mi el ir hasta ahí y ver como era aquello con mis propios ojos.
Después miraba las velas y el barco, el viento era del Nordeste y me empujaba hacía ahí decididamente, el compás marcaba constantemente 210 grados (rumbo Sur-Suroeste) como si estuviese fijo, Xebec avanzaba a buena velocidad hacía ahí como si una mano invisible lo empujase con urgencia, aparentemente los Poderosos Dioses Africanos nos llevaban hacia su país con bastante interés.
Miro hacía atrás, hacia donde está la isla de la Palma, de ahí viene un viento frío y humedo, y unas olas demasiado grandes y revueltas, sólo hay 70 millas, pero 70 millas muy incómodas y difíciles de navegar, tendría que ir a motor avanzando contra viento y marea, no iba a ser agradable, y con un poco de mala suerte se rompería cualquier cosa y ya tendría ocupados los próximos meses en Canarias...
Escucho las noticias en Radio Exterior de España, no dan una buena ni por equivocación, cada día dicen una cifra mayor que el día anterior de todos los miles de millones de euros que deben los bancos, el gobierno y los españoles, rescate si o rescate no-pero-si, bankia si bankia no... en definitva más de lo mismo pero cada vez peor y más sin sentido.
Finalmente después de un día de pensarlo decido seguir rumbo a Cabo Verde y dejar el Reino de España atrás por una temporada, según lo cuentan en la radio no me sorprendería que me confiscasen el barco nada más llegar para pagar la deuda externa o generar confianza en los mercados... ya me imagino los titulares del día siguiente: "El gobierno español captura un pobre que escapaba de la miseria en un humilde barco y gracias a eso el diferencial con el bono alemán cae un 0.02%"...
Divagaciones a parte, lo cierto es que seguí día tras día rumbo Sur y un poco al Oeste y al décimo día llegué a la isla de la Sal en Cabo Verde, en este vídeo puede verse un poco como fue la navegación de los dos primeros días, luego tuve que quitar casi toda la vela e hice todo el viaje sólo con la mayor con 2 rizos.
El mayor problema no era el viento, sino una especie de mar muy confusa, de tal forma que venían olas de todas direcciones, y eso hacía que el barco se moviese muchísimo y que apenas fuese posible cocinar algo sencillo.
Pasé la mayor parte del viaje tumbado dentro, afuera estaba constantemente húmedo por los rociones, y de vez en cuando alguna ola se colaba en la bañera... lo que se dice un coñazo de tiempo.
Aquí tengo cara seria porque estaba muy concentrado para sacar la foto sin mover la cámara, no era nada fácil!
Afortunadamente en esa zona del Atlántico apenas hay barcos, en 10 días sólo vi 3 barcos, y sólo en una ocasión tuve que maniobrar para esquivar a uno de ellos, un mercante asiático que o no me vió o se hizo el loco.
En este otro vídeo se aprecia un poco como se veía el panorama por la ventanilla, la verdad es que saqué pocos vídeos y fotos, no estaba muy inspirado para ello.
Por lo demás el barco se portó muy bien, no tuvo ninguna avería ni paso nada malo, realmente es un diseño muy bueno que navega muy bien con mal tiempo.
La lista de reparaciones para hacer en Palmeira no era muy preocupante, alguna lona desgarrada aquí y allá, dar unas puntadas al génova, barnices, sikaflex aquí y allá, cambiar unos cabos... pequeñas cosas que de alguna forma son previsibles después de 1200 millas de viaje.
Pero bueno, como quiera que sea, yo tengo claro que navego para conocer sitios y personas nuevas, para mi el navegar es una incomodidad y un esfuerzo para conseguir lo que quiero, no un fin en si mismo, hay gente que le gusta y sólo piensan en la siguiente travesía, a ser posible cada vez más larga y más difícil... yo sinceramente no soy así.