Siendo la isla habitada más pequeña de Cabo Verde, hay quien dice que es también la mejor y más bonita de todas, yo no las he visto todas y no puedo opinar, pero desde luego de las que conocí es con diferencia la que más me gustó y donde más tiempo estuve (medio año largo), de hecho estaba pensando en vender el barco para comprar una casa aquí y establecerme en tierra cuando el Amor llamó a mi puerta y puse rumbo a Berlín.
Desde que vislumbré la isla Brava en el horizonte supe que era una isla encantada, envuelta en una bruma misteriosa y abrazada por incontables acantilados y profundos valles, en toda ella se respira una atmósfera de misterio, como si la isla tuviese vida propia y estuviese gobernada por poderosos espíritus.
Las primeras semanas tenía una sensación extraña, como de estar en otra dimensión, y poco a poco me fui acostumbrando, hasta el punto de que ahora el resto de sitios me parecen los raros.
Aquí en la isla Brava el tiempo y la historia transcurren diferente, allá por comienzos del siglo XXI todavía el 90% de la población no tenía agua corriente, ni electricidad, ni teléfono ni televisión, al final llegaron, pero no está claro si para quedarse, muy a menudo la electricidad falla, y de ella dependen esas 4 cosas.
También Brava es la única isla de Cabo Verde que no tiene un aeropuerto operativo, en el año 1988 Alemania construyó un aeropuerto en la isla dentro de un programa de cooperación al desarrollo, pero 2 años después tuvieron que cerrarlo debido a que cada vez que un avión intentaba aterrizar un viento muy fuerte se lo impedía, en una ocasión un avión casi acaba en el Mar por este motivo, y a raíz de ello cerraron el aeropuerto.
Su única línea de comunicación es un barco que va hasta Fogo y Santiago, es un barco nuevo, rápido y moderno, pero aún así muy a menudo sufre cancelaciones debido al estado de la Mar... en pleno siglo XXI Brava sigue siendo un sitio difícil de llegar, y también difícil de dejar atrás... al menos yo aquí me siento protegido del resto de los problemas del mundo, y realmente hace falta tener un buen motivo para reunir las fuerzas necesarias para marcharse.
La isla entera se recorre a pie sin problemas, y según la época del año puede ser exhuberantemente verde o terriblemente desértica, en Brava todo ocurre y se mueve al compás de una misteriosa mano invisible.
Para saber más sobre mi estancia en Brava puedes leer el artículo que escribí cuando llegué, el que escribí cuando me marché por primera vez y el último antes de que el destino viniera a sacarme de la isla.