Como se puede ver ya no estoy en un pantalán, sino amarrado a una boya en medio del mar como quien dice XD Aunque pueda parecer algo incómodo la verdad es que tiene sus ventajas, y en conjunto me siento muy a gusto, es que realmente veo que a mi me van las cosas tranqulas, vivir un poco alejado del barullo y los tiempos vertiginosos que vivimos.
Ahora ya sólo me quedan los pequeños preparativos antes de zarpar, que aunque sean pequeños son muchos y en conjunto llevan mucho tiempo. Realmente tengo muchas ganas de zarpar, cuanto más trabajo en el barco más ganas tengo! pero sé que he de tener paciencia y esperar el momento adecuado.
En cuanto a la varada todo salió según lo previsto, el viaje a Baiona fue bastante agradable y sin contratiempos, tuve la suerte de que mi amiga Paige me acompañó, y hasta nos dió tiempo a parar en Cangas del morrazo para tomar un pincho de tortilla antes de seguir viaje hasta Baiona, llegamos a las 22:30 del sábado 19 de febrero, sin nada de viento y con una espectacular luna llena asomando por el horizonte :-)
Aquí estamos pasando bajo el puente de Rande, el día anterior fui a San Simón a despedirme de mis amigos de Redondela, por eso salimos desde ahí y no desde Teis.
Al de dos días de llegar a Baiona saqué el barco del agua y empecé con las reparaciones y demás labores de mantenimiento, la verdad es que tuve bastante suerte con el tiempo, no llovió ni un solo día e hizo una temperatura muy agradable, tuve el acierto de alquilar una habitación en un piso compartido de tal forma que gané mucho en tiempo y en comodidad (vivir en un barco fuera del agua es muuuy incómodo).
En esta foto ya estaba más de la mitad del trabajo hecho:
Lo más laborioso de todo fue la reparación de la quilla, así es como se veía simplemente después de limpiar con agua a presión, pienso que debió de llevarse algún golpe que agrietó la capa de epoxy que recubre el casco, y con los años el agua fue disolviendo la resina de la fibra de vidrio por hidrólisis, el caso es que al final la avería era mucho menos de lo que me había imaginado, con un par de kilos de resina y algo de epoxy quedó mejor que nuevo.
Básicamente se trató de un día de trabajo, pero resulta que en Resinas Castro me vendieron una resina con el catalizador defectuoso, y tuve que repetir la reparación 3 días seguidos, fue bastante frustrante, estar todo el día de rodillas trabajando debajo del barco para al día siguiente tener que volver a hacerlo todo de nuevo... casi parecía una pesadilla, al tercer día hice la reparación con una resina de poliéster de otro fabricante y todo fue perfectamente.
Aquí se puede ver el segundo intento, el parche solidificó a medias y después de muchas horas, de tal manera que tuve que quitarlo a martillazos...
Al final en Resinas Castro reconocieron que me habían vendido el catalizador defectuoso y me devolvieron el dinero (casi 80 euros), además de prometerme que cuando volviese a necesitar resina me enviarían los 5 kilos de esta vez a cualquier sitio del mundo donde me encuentre sin ningún tipo de coste ni por el producto ni por el transporte.
Espero primero no necesitarlo, y si lo necesito que sean serios y cumplan su palabra.
En esta foto ya está el parche terminado con varias capas de epoxy para impermiabilizar bien la fibra de vidrio.
Y aquí el día antes de la botadura, casualmente coincidió que esta fue justo el mismo día (pero 518 años más tarde) que vararon en este puerto la carabela de Pinzón nada más llegar del continente americano anunciando el descubrimiento del Nuevo Mundo, por lo visto el barco venía deshecho y nada más llegar tuvieron que vararlo en la playa con la marea para evitar que se les hundiese.
Y aquí ya en el travel-lift a falta sólo de los últimos retoques:
Y este es el nuevo barrio donde vivo, muy tranquilo, sin vecinos problemáticos y con muy buenas vistas: