El Lunes 18 de junio a las 2:00 de la noche, después de 10 días y 1200 millas, eché el ancla en la Bahia de la Palmera, en la isla de la Sal (Cabo Verde), fue un viaje rápido siempre con viento favorable del Nordeste, a veces con más oleaje y viento del que me hubiera gustado, pero todo fue bien y no hubo ningún incidente destacable.
Aquí se me puede ver rumbo a Cabo Verde, la verdad es que fue un poco cansado e incómodo, el barco se movió demasiado para cocinar algo que no fuese comida instantánea, y la cubierta estaba constantemente húmeda, pero bueno, así es este negocio! nadie dijo que fuera cómodo...
Y en este vídeo puede apreciarse un poco como fue la navegación, lo grabé el segundo día creo, luego el viento aumentó e hice casi todo el viaje sólo con la mayor con 2 rizos y un cachín de génova:
AQUí VA EL VíDEó DE YóUTUBE
Lo cierto es que para mi ha sido un cambio muy importante en mi vida, hasta ahora siempre habia estado en sitios del autodenominado primer mundo, y tenía a la vez una gran ilusion e inquietud por conocer otras realidades distintas, sin duda Africa es un sitio interesante, pero también está lleno de problemas y situaciones demasiado complicadas, y de alguna manera hasta que no estás aquí no puedes tener claro si lo bueno compensa lo malo.
En mi caso, aunque sólo llevo una semana escasa aquí, tengo claro que el balance es claramente positivo, nada más desembarcar en la playa de Palmeira empecé a conocer gente, en la isla de la Sal hay personas de todo Africa, y en general todo el mundo es muy abierto y está deseando saber quien eres, de donde vienes, y si hay algo que puedan hacer por tí, evidentemente mucha de la gente que conoces piensa que tal vez puedan sacar algo de tí, quizás que les encargues algún trabajo, que compres algo en su tienda...
Pero todo el mundo es muy educado y amable, y si después de charlar un rato ven que no tienes interés en lo que puedan ofrecerte pues no pasa nada, se queda tan amigos y ya está.
Este es el pueblo de Palmeira visto desde su playa, en primer plano Kyon en su primer desembarque africano:
La isla de la Sal es pequeñita y se ve en un dia o dos, yo ya la vi entera, y está claro que es un sitio muy humilde, aquí se vivía casi exclusivamente de la construcción y el turismo de cantidad más que de calidad, y como era inevitable la crisis se ha notado con mucha intensidad, mucha gente no tiene trabajo, y los que lo tienen a menudo ganan demasiado poco dinero, al parecer en Cabo Verde no hay salario mínimo, y eso lleva a que muchas empresas abusen de la situación y paguen sueldos demasiado bajos.
Así pues, la vida aquí es difícil para la mayoría de la gente, basta dar un paseo por la calle para darse cuenta de ello, sin ir más lejos muchas casas no tienen agua corriente, el agua aquí es toda desalinizada y por tanto muy cara, de tal manera que en cada población hay unos grifos comunales donde vamos a coger agua todos los días, para mi es fácil porque para muchas cosas puedo usar agua salada, y al fin y al cabo sólo soy una persona y no consumo tanta agua, pero hay muchas familias numerosas que necesitan por lo menos 40 o 60 litros al día.
Estos son los grifos del agua, están abiertos sólo por la mañana, con lo cual hay que espabilar, si te quedas en la cama luego pasas sed...
A pesar de la escasez de agua toda la gente está muy limpia, y en especial los niños están impecables, es evidente que las mamás africanas trabajan duro todos los días para sacar adelante a su familia, y la mayoría de las niñas tienen unos peinados muy bonitos y complejos que sin duda llevan muchas horas de hacer y mantener.
En definitiva, que se ve pobreza, pero todavía se ve mucha más dignidad, y a pesar de los problemas diarios la gente no deja de vivir, de escuchar y hacer buena música, bailar, conversar, ayudarse unos a otros, tener bonitas historias de Amor y echar una mano al pobre hombre blanco que de vez en cuando llega en un achacoso barco.
De hecho este es el primer sitio donde he estado que cada vez que llego a tierra remando siempre hay alguien que me ayuda a sacar el dingy del agua, aquí la gente está acostumbrada a ayudarse mutuamente como buenamente pueden, y entre eso y que al de unos días todo el mundo sabe tu historia y tu sabes a grandes rasgos las historias de muchas otras personas, pues es fácil sentirse integrado en el lugar.
Cada vez que bajo a tierra tengo largas conversaciones con la gente que me encuentro, de tal forma que la calle se convierte en una extensión de tu casa, un lugar acogedor donde siempre encuentras a alguien con quien hablar.
Supongo que tendrán que pasar unos meses para ver como me siento una vez que se me pase el efecto de la novedad, pero de momento lo cierto es que estoy muy ilusionado con el cambio de vida y entorno, e intuyo que Africa me va a gustar mucho...
Por lo demás, lo que es la parte primer-mundista de la isla está bastante de capa caida, hay un montón de urbanizaciones y hoteles de supuesto lujo que están a medio construir, en el Sur hay un montón de hoteles para turistas en un pueblo que se llama Santa María, es un buen sitio para comprar artesanía africana, y la playa es bonita y hay muchas actividades acuáticas para hacer... su único problema es que fue pensada para recibir muchos miles de turistas todos los días, y con la crisis se da una situación de que hay mucha gente necesitando vivir del turismo y pocos turistas para que sus negocios funcionen.
Esta es una calle de la parte residencial de Santa María, está a medio construir, la zona del centro está más terminada.
Y aquí estoy yo en la playa de Santa María, el agua realmente tiene un color precioso, lo que ocurre es que a mí después de navegar 10 días y 10 noches lo último que me interesa es el agua de mar...
Cuanto más navego más aprecio las ventajas de la tierra firme, donde todo es más fácil, menos cansado y menos solitario... realmente si llegase a un sitio donde se dieran las circunstancias para establecerme en tierra no tendría problema en vender el barco para comprar una bonita casita con una huerta... pero bueno, en los tiempos que corren eso parece bastante improbable, pienso que son unos momentos donde la vida nómada se impone espontaneamente por pura necesidad...
Y aquí está mi dulce hogar flotante felizmente fondeado en la Bahía de Palmeira, es el primer barco por la izquierda:
Realmente no tengo un plan definido sobre cuanto tiempo quedarme aquí, me imagino que un mes más o menos y luego iré a la isla de BoaVista, pero quien sabe, también el año pasado cuando llegué a Madeira decía que me quedaría 3 ó 4 días, luego un mes y al final me quedé un año...
Lo de vivir en un barco supone mucho trabajo y esfuerzo cuando no se es rico, pero lo que obtienes a cambio es muy valioso, al menos desde mi punto de vista, no se me podría ocurrir una forma de tener tanta libertad y capacidad de maniobra a la hora de querer establecerme en un sitio y conocer el lugar y su gente.
Cuando pueda intentaré subir más fotos y escribir más sobre mis experiencias en Cabo Verde, aunque no puedo prometer nada, aquí el internet y la telefonía funcionan a ratos y son muy limitados, realmente es un sitio para interaccionar con las personas, no con las máquinas ;-)
Si no fuese porque me gano la vida con ello gustosamente vendería mi colección de móviles y ordenadores en el mercado de Espargos (la capital) y me olvidaría de internet, la informática y las telecomunicaciones, pero bueno, de momento está claro que no puede ser, más adelante ya veremos ^_^.