Corría el verano de 2007 cuando estaba ya terminando de vender a través de Ebay todas las cosas vendibles que tenía, y ya estaba preparado para entregar las llaves de mi piso de alquiler a sus propietarios, una vez que tuviera el barco, claro está... entonces vino la dura realidad con sus números, que venían a decir que podía comprar un barco de entre 15000 y 20000 euros.
La parte mala era que se trataba de un presupuesto más escaso de lo deseable, y la parte buena que eso facilitaba mucho las decisiones.
Yo tenía claro que quería un barco sólido como un tanque, capaz de dar la vuelta al mundo con él si me apeteciera, y de vivir a bordo con un mínimo de comodidad y confort... así que después de mucho informarme (el que no sabe es como el que no ve...) llegué a la conclusión de que lo que necesitaba era un "barco popular" (folk boat en inglés).
Los folk boats son unos barcos que se diseñaron en el norte de Europa pocos años después de la Segunda Guerra Mundial, hubo muchas versiones diferentes, construidas tanto en madera como en fibra de vidrio, pero todos tenían en común que estaban pensados para que una persona (o una pareja muy bien avenida) con unos ingresos humildes pudiera vivir a bordo con un mínimo de comodidad e ir a casi cualquier lugar del planeta con total seguridad y garantías de afrontar el mal tiempo con éxito.
En los últimos 60 años son cientos los barcos de este tipo que han dado la vuelta al mundo (en ocasiones hasta 2 y 3 veces) con éxito, muchos de ellos hicieron travesías y batieron records que fueron noticia en sus tiempos, como los del famoso Blondie Hassler (inventor del piloto de viento con servo péndulo), que cruzó el Atlántico 4 veces en un folk boat.
En resumen, que se trata de un diseño muy probado y fiable, y de unos barcos que en el mercado de segunda mano no están de moda y por tanto tienen precios bajos.
Así que una vez decidido que barco necesitaba me lancé a la búsqueda, que resultó ser mucho más difícil de lo que pensé al principio... Más que nada, porque teniendo un presupuesto pequeño necesitaba encontrar el barco lo más cerca posible de donde yo vivía (para ahorrar gastos de viaje para comprar el barco y luego para traerlo hasta aquí).
El primer paso fue recorrer toda la cornisa cantábrica peinando todos los puertos deportivos en busca de algo parecido a lo que buscaba (en los anuncios de barcos de segunda mano no había nada), y ya de paso empapelarlos con anuncios, en esta foto se me ve pegando uno de esos carteles en el puerto de Viveiro:
De todo eso no salió nada, en los puertos del Cantábrico sólo encontré o barcos muy sobrevalorados, o barcos en un estado de abandono deplorable (eso dentro del tipo de barco que yo buscaba, que era algo muy específico), y en general una combinación de las dos cosas.
Y en cuanto a los carteles y anuncios en la prensa del sector, sólo llamó gente que no sabía la diferencia entre una orza o una quilla corrida, y confundía el desplazamiento (peso) con las toneladas de registro bruto (volumen). Él único que llamó con algo parecido a lo que buscaba fue un alemán muy simpático que vivía en Huelva, pero el barco que me ofrecía (aunque casi me lo vendía por la voluntad) necesitaba mucho trabajo y yo no me sentía capaz entonces de afrontarlo, a parte de que estaba en la otra punta de España.
Así que llegados a este punto tuve que afrontar la evidencia y ponerme a buscar barco en las zonas relativamente cercanas a la costa Cantábrica de España, es decir, el Mediterráneo español, Francia e Inglaterra.
Después de mucho rebuscar por Internet vi que había un gran número de barcos de quilla corrida a buen precio en el puerto de Almerimar, en Almería, así que para allá fuimos Elena, mi inseparable compañera de aventuras, y yo, con nuestros carritos de aventureros:
Aunque volvimos sin barco, el viaje a Almerimar mereció la pena, porque por primera vez pude ver, inspeccionar y probar barcos parecidos a los que estaba buscando, y hacerme una idea in-situ de como estaba el mercado de ocasión en este tipo de barcos, la conclusión a la que llegué es que con mi presupuesto podía comprar un barco de 8 metros en buen estado o uno de 10 en mal estado, y al final el sentido común se impuso por la primera opción (lo otro hubiera sido como tirarse de cabeza a un pozo sin fondo).
Después de este viaje, seguí buscando barco por Internet, intentando reservar mis menguantes ahorros para pagar el viaje para inspeccionar alguno que mereciese la pena, en vez de acabar gastando tiempo y dinero para ir a ver barcos anunciados como "en perfecto estado" que luego resulta que en realidad están "en perfecto estado de abandono".
Al cabo de un tiempo encontré uno en Plymouth (en el Sur de Inglaterra) que parecía realmente interesante: muy buen aspecto estético, velas nuevas, mástil nuevo, motor casi nuevo, piloto de viento, y muchas más cosas deseables en las que su anterior propietario había gastado un buen dineral, y sólo pedían unos 17000 euros, el mayor inconveniente es que estaba en el País de los Ingleses, un lugar caro, lejano y muy frío (era enero cuando hice mi primer viaje a Plymouth). En esta foto se puede apreciar lo abrigado que iba:
Finalmente, después de ver ese barco y otros dos que también eran interesantes, me decidí por el primero, y pagué a un perito para que lo inspeccionase detenidamente fuera del agua antes de comprarlo, lo cual entre grúa, varadero y peritaje me salió por cerca de 1000 euros, pero no teniendo gran experiencia con barcos no me atrevía a tomar la decisión sin pagar a un experto acreditado para que hiciese un peritaje completo. En esta foto se ve como sacaron a mi futuro hogar flotante del agua para inspeccionarlo a fondo:
Y el 15 de febrero del 2008, después del inevitable regateo, pasé a ser su nuevo propietario por el aceptable precio de 14500 Euros. En esta foto estoy celebrándolo con dos buenos amigos míos que conocí en el varadero donde se hizo el peritaje:
Lo cierto es que en Plymouth y en Inglaterra encontré muchas cosas más a parte del barco, y realmente el tiempo que pasé ahí, antes de comprar el barco, y después preparándolo para el viaje a España, fueron unos meses muy gratos y llenos de bonitas experiencias a nivel humano, hice un montón de amigos nuevos y conocí a muchísima gente, a parte de muchos lugares de sorprendente belleza e interés.
El País de los Ingleses me sorprendió muy positivamente, y si no fuera por lo disparatadamente caro que es no tendría problema en volver por ahí, pero bueno, de todo esto hablaré cuando hable del viaje de Plymouth a Gijón, ya que para mi el viaje empieza cuando compré el barco en Plymouth ese 15 de febrero del 2008.