Pocos días después de haber comprado el barco volví a España para organizar la mudanza y arreglar todos los temas burrocráticos que rodean la compra de un barco.
Al final me agobié bastante, porque todo el tema de papeleos llevó mucho más tiempo del previsto, y eso hizo que no tuviera el tiempo necesario para hacer la mudanza con tranquilidad... pero bueno, finalmente lo conseguí, arreglé todos los papeles del barco, y con la ayuda de Elena y mi madre conseguí dejar el piso a tiempo para coger el ferry de vuelta a Plymouth, con todas mis pertenencias en un carrito, un mochilón de 80 litros, y una maleta gigante.
En esta foto estoy empezando a embalar los restos de mi biblioteca (vendí una gran parte), esa habitación fue donde atendí todas las consultas hasta que me fui a vivir al barco:
Realmente fueron unos momentos muy emocionantes, porque en cuestión de pocos días dejé atrás 6 años de vivir en un hermoso piso nuevo de casi 100 metros cuadrados, para irme a vivir a un barco de 8 metros de largo por 2.30 de ancho. Apenas pude llevar conmigo mis 4 pertenencias más queridas, teniendo que dejar las otras 4 cosas que pude guardar en el trastero de mi madre o en casa de Elena; el resto lo regalé a amigos, vecinos, y a los dueños del piso (muebles sobre todo).
Aún así no pude resistirme a llevarme al barco un buen número de libros en papel (muchos más en formato digital), alrededor de 100, que a parte de servirme para disfrutar del tiempo libre en puerto o navegando, también a la larga serían muy útiles para equilibrar el peso del barco, de tal forma que este no fuese escorado más a un lado que a otro (es importante en un barco pequeño que cada cosa pueda tener varias utilidades).
Por delante tenía la incertidumbre de como me adaptaría a vivir en el pequeño barco que acababa de comprar... tenía mis dudas sobre ello, y al final, como tantas otras cosas en la vida, lo que más te preocupa es lo que en la práctica menos importancia tiene, y realmente desde el primer día viví muy a gusto en el barco, nunca me sentí mal por que fuera pequeño, es más, casi 2 años después de la mudanza la sensación es de que sobra espacio, de hecho, tengo muchos cofres que están vacíos o medio vacíos...
En esta foto estoy en la cubierta del ferry que va de Santander a Plymouth, salgo con cara un poco rara porque hacía mucho viento:
El viaje en el ferry fue una gozada, y aunque el presupuesto no me llegó más que para un billete sin camarote, y tuve que dormir en el suelo en mi saco de dormir, lo pasé muy bien, y conocí a mucha gente de diversos países europeos, cada cual contábamos nuestra historia de porque estábamos ahí, y cada cual resultaba ser más sorprendente y original que la anterior, así que para nada me sentí fuera de lugar, de hecho mi historia de irme a vivir a un barco casi parecía sosa al lado de los relatos de contrabandistas de tabaco y whisky, desertores de Afghanistán, fugitivos del fisco inglés y hippies veteranos que habían dado la vuelta al mundo varias veces y en los medios de transporte más sorprendentes.
Con el tiempo me di cuenta que una característica del País de los Ingleses era que la gente bebía mucho más que en España, de tal forma que al abrir la tercera botella de whisky empezaban a hablar de cosas que probablemente fuera mejor para ellos no decir en público, "In vino veritas", que decían los romanos. Yo como no bebo ni una gota de alcohol y además no tengo grandes secretos, pues pude ser un espectador objetivo y sobrio de ese fenómeno folclórico ;-)
Una vez en Plymouth, los amigos que había hecho en mi anterior viaje estaban esperándome con los brazos abiertos, y todavía pasé un par de días de visitas sociales repartiendo el cargamento de embutidos, quesos ecológicos, y los mejores dulces de La Fe de Salvador (la mejor confitería de Gijón) que traía en la maleta.
En la terminal del Ferry estaba esperándome mi buen amigo Chris con su coche para llevarme primero a su casa para comer con su familia, luego a ver el barco que estaba restaurando para venir a España, y por último a mi barco para ayudarme a meter dentro los enormes maletones que traía.
Así pues, el 18 de marzo de 2008, di por terminada la mudanza a mi nuevo hogar flotante, todavía quedaron bastantes cosas en casa de mi madre en España que las terminaría de subir a bordo cuando pasara por Gijón... aunque para eso todavía tendrían que pasar más de 4 meses.
A partir de este momento me centré en preparar mi primer viaje, para llegar hasta Gijón, donde tenía que terminar la mudanza por un lado, y por otro preparar el barco para viajes más ambiciosos, pero eso ya es otra parte de la historia!