Escrito el 20/Febrero/2024 por Nacho
Este verano austral seguí "en busca de nuevos horizontes", y el Viento del Destino me trajo hasta la ciudad de Mendoza, donde es probable que me establezca en breve, aunque eso es otra historia para contar más adelante.
De momento simplemente quería mostrar algunas fotos de mi paso por la ciudad y comentar cuatro cositas sobre mi experiencia en "la Argentina de Milei", más que nada para romper la monotonía del discurso anti-telepantallas, que si bien me parece importante, tampoco quiero resulta repetitivo con ello.
En resumen, la ciudad de Mendoza es famosa por tener muchos árboles, jardines y estar mucho más limpia y cuidada que la media de las ciudades argentinas, por eso y por el vino que se produce en las más de 1000 bodegas desperdigadas por toda la provincia; a pesar de ser una provincia en gran parte desértica, Mendoza es uno de los principales productores de vino, aceite de oliva y frutas de toda Argentina, y es también un sitio bastante turístico por otros motivos, por ejemplo es en Mendoza donde se encuentra el Aconcagua, la mayor montaña de los Hemisferios Sur y Occidental.
Todas las calles están llenas de árboles junto a sus respectivas acequias, Mendoza debe ser una de las ciudades del mundo con más árboles y acequias por kilómetro cuadrado, toda una proeza teniendo en cuenta que fue construida en medio de un desierto.
Esta por ejemplo es la avenida San Martín, una de las principales arterias de la ciudad:
Y esta otra una calle cualquiera del típico barrio residencial de clase media, donde todo son casitas de planta baja con su jardincito y su patiecito:
En Trelew me habían dicho que "en Mendoza enceran las aceras todos los días", y si bien esto no es literalmente cierto, si que es habitual ver a la gente barriendo, y a veces incluso fregando, el tramo de acera que tienen delante de su casa.
Mi impresión es que tanta "prolijidad" se debe en parte a que hay "más plata" que en otros sitios de Argentina, pero también a una actitud de la mayoría de mendocinos/as de cuidar la apariencia externa; desde luego es obvio que se sienten orgullosos de su ciudad:
Tiene muchas plazas y jardines, entre otras cosas porque es una zona de alto riesgo sísmico, y estos espacios abiertos hacen la función de "zona segura" en caso de terremoto.
Esta por ejemplo es la plaza de Italia, con un hermoso monumento a la Divina Comedia de Dante:
También es un sitio con una clara tendencia pro-israelí, en una de las 4 grandes avenidas que parten de la plaza central de Mendoza se encuentra este enorme candelabro judío:
Y la correspondiente placa explicativa habla por si misma:
Por lo demás, estos últimos meses estuvieron dominados por la entrada del nuevo gobierno nacional (y pro-israelí) encabezado por Javier Milei, en resumen: ha subido todo menos los salarios, y ahora tenemos ya precios casi como en Europa, a veces incluso más caros, el aceite de oliva, producido en Mendoza precisamente, anda ya por encima de los 20€/litro, cuando en octubre estaba a 7€/litro; unos pocos se están haciendo más ricos de lo que ya eran con estas bruscas variaciones de precios, así como con las fluctuaciones artificiales del peso frente al dólar.
Esto en realidad no tiene nada de nuevo, los ricos se hacen más ricos, los pobres más pobres, y la clase media se precipita en la miseria; la novedad es que todo está ocurriendo con la aceptación, a menudo entusiasta, de una gran parte de las propias víctimas, en los medios oficiales hay un discurso muy parecido al de la pandemia, en plan de pedir un esfuerzo heroico a la población, apelando a su solidaridad y resiliencia para hacer frente a una situación "fortuita" de la que quienes mandan dicen estar salvando a quienes obedecen, para lo cual necesitan de su apoyo incondicional y obediencia absoluta.
Puede parecer surrealista, pero conozco muchísima gente que se ha precipitado en la miseria en estos últimos 3 meses con toda esta situación, a menudo familias enteras, y lejos de maldecir al actual o al pasado gobierno, o a la intangible "casta", te repiten como hipnotizados los mantras que dicen por la televisión, según los cuales, ellos/as son HÉROES, y todo esto les llevará a la prosperidad y el bienestar en breve.
Honestamente, pienso que se trata de una muy sofisticada operación de control social y mental, pero en este caso, a diferencia de la pandemia, sólo actúa en una parte de la población (los pobres y la clase media), mientras que las clases privilegiadas ven la situación con desconcierto mientras intentan beneficiarse de la misma, barruntando que más pronto que tarde la situación se volverá en su contra.
Es verdad que hay protestas, manifestaciones y huelgas, pero son muy localizadas, por una parte de determinados sindicatos gremiales, que en Argentina tienen mucho peso, y por otra de organizaciones vinculadas a los que perdieron las pasadas elecciones, pero lo que es a "nivel calle" yo no veo a la gente quejarse, sino que les veo más bien conformándose con la situación mientras miran hipnotizados su telepantalla.
Es precisamente la gente que no tiene telepantalla a la que se le ve muy cabreada, y a menudo reaccionando de manera impulsiva y violenta ante una situación que les asfixia por todos lados, pero son reacciones aisladas, descoordinadas y desorganizadas que inevitablemente están condenadas al fracaso, al menos de momento.
Paseando por el centro de Mendoza o por sus barrios periféricos, incluso por los barrios humildes, la situación es de perfecta normalidad, a la gente se la ve tranquila, a menudo feliz, aunque no tenga plata, aunque no pueda comprar el material escolar de sus hijos que deberían comenzar el año escolar en breve, miran sus telepantallas y estas les informan de que quizás no habrá ni siquiera curso escolar porque los profesores estarán en huelga reclamando un salario digno... y así van pasando las semanas, los meses y los años, sabe Dios hasta cuando.
En resumen, mi humilde opinión es que no hay futuro, ni en Argentina ni en ningún sito, para quienes viven hipnotizados delante de una telepantalla controlada por sus enemigos.