Escrito el 10/Julio/2021 por Nacho
Curiosamente, una de las cosas buenas que me ha traído la Crisis del Covid ha sido el interesarme por la historia de la Edad Media Europea, en aquellos siglos (X-XV) la gente pensaba que el "Fin del Mundo" era inminente debido a las grandes crisis que atravesaron, y en nuestra época veo ese mismo sentir en cada vez más personas, algo así como un presentimiento de que la situación actual es insostenible y que algún tipo de "desenlace final" es inminente.
Lo cierto es que mirado objetivamente no faltan paralelismos entre la Edad Media y nuestra época, el más obvio son las epidemias: ellos tuvieron la peste negra, la lepra y la tuberculosis; y nosotros una larga lista de enfermedades modernas coronadas por la saga de variantes del Covid, pero como quiera que sea el miedo a tener problemas de salud me temo que pueda ser tan marcado hoy como entonces.
Y sorprendentemente también tuvieron su Cambio Climático, yo no lo sabía, pero sufrieron un "Enfriamiento Global" y más de una vez el clima se les volvió loco causando hambrunas como la de 1315-1317 en la que durante 3 años prácticamente no paró de llover y hacer frío al Norte de los Pirineos. Hoy nos es difícil ponernos en su lugar por todos los adelantos técnicos y comodidades que tenemos, pero para ellos ciertamente parecería el Fin del Mundo.
De hecho cuentos como el de Hansel y Gretel tienen su origen en aquellos años, cuando no era raro abandonar a los niños en el bosque por no ser capaces de alimentarlos:
Otro paralelismo, por desgracia evidente, es el de las guerras absurdas, y curiosamente con Oriente Medio como protagonista destacado en ambos casos; pero lo más interesante de las Cruzadas Medievales es que tenían una grande y profunda carga psíquica tras ellas, hubo incluso varias Cruzadas de los Niños en las que movidos por visiones pretendieron reconquistar Jerusalén:
Realmente conocer la historia de aquellos siglos pienso que es muy útil para ver en perspectiva nuestra situación actual y afrontarla de la mejor manera posible; quizás uno de los libros que mejor la resume y explica es En Pos del Milenio de Norman Cohn (PDF en español), en el sentido de que relaciona todos aquellos dramas del mundo material con los del plano espiritual, mostrando inequívocamente que al margen de lo que ocurra fuera de nosotros, lo más importante, y con mayores consecuencias, es lo que ocurre en nuestro interior.
La cuestión de fondo es que tanto entonces como ahora estamos ante una situación que no controlamos y que nos desborda por completo; en la Edad Media esa desesperación dio lugar a todo tipo de movimientos sociales y espirituales que básicamente fracasaron por no tener una visión lo bastante realista y objetiva de su entorno y de si mismos; por eso, conociendo su historia mediante este libro pienso que podemos aprender de sus errores para no repetirlos, tanto a nivel individual como colectivo.
Yo me imprimí y leí el original en inglés (con mejor calidad gráfica), pero haciendo click en la imagen se baja la versión en español:
Habrá a quien todo esto le suene raro, pero en los últimos años he conocido a varias personas que perfectamente podrían calificarse de "milenaristas" en el sentido de que estaban (y están) esperando un colapso apocalíptico inminente, unos estudiando el Apocalipsis de San Juan y viendo cumplidos sus signos en nuestro presente; otros leyendo ávidamente noticias y llegando a la conclusión de que el colapso es, sin duda, inminente.
El problema es que esa "inminencia", en la Edad Media y ahora, tiene más que ver con un deseo inconsciente de salir de una situación opresiva y sin escapatoria ante la que poco se puede hacer; de hecho en la Edad Media ni las monarquías ni la Iglesia colapsaron, tuvieron sus momentos complicados, pero fueron los que esperaban por el apocalipsis conveniente quienes salieron peor parados.
Claro que hoy en día todo es más interdependiente y complejo que en la Edad Media, y un colapso tecnológico en cascada es una posibilidad real, pero no es menos real que quienes mandan son conscientes de ello y llevan décadas tomando sus precauciones para no perder el control de la situación... obviamente no las tienen todas consigo, pero el hecho es que todavía queda mucho hasta llegar a situaciones como las de la Edad Media Europea, y ese "colapso inminente" que muchos imaginan perfectamente puede convertirse en un "colapso controlado" que nos lleve de cabeza a una Nueva Era Medieval sin el glamour de la original.
El factor clave en todo esto pienso que es la decadencia espiritual, algo difícil de medir, pero que posiblemente sea mucho mayor ahora que en la Edad Media; sin ir más lejos, muchos de quienes quemaron en la hoguera en aquellos años prefirieron eso antes que renegar de sus creencias, y en medio de semejante caos lo cierto es que mucha gente sobrevivió gracias a su fe y a su "fortaleza espiritual" por así decirlo.
Ahora imaginemos por un momento que llevaran al típico occidental del siglo XXI a la Edad Media Europea, en medio de una hambruna, una epidemia, una guerra, o probablemente las 3 cosas a la vez... ¿de donde sacaría fuerza interior para hacer frente a los problemas? ¿de sus creencias políticas y/o religiosas? ¿de sus vínculos sociales y afectivos? ¿de su patriotismo? ¿de su conciencia de grupo?
Cuando se habla de hambre y enfermedades pensamos en comida y medicamentos, pero pregunta a cualquier médico o enfermera y te dirá que el factor anímico es tanto o más importante, y ese estado de ánimo surge de lo que hay dentro de nosotros, no fuera.
Quizás la mayor diferencia sea que en el siglo XXI se espera que "la salvación" venga de manos de la tecnología, y no de Dios como esperaban en la Edad Media... el tiempo dirá quienes estaban mejor encaminados, de momento el hecho es que la civilización no colapsó en la Edad Media, sino que acabó llegando hasta el año 2021.
Quien sabe dentro de 500 años lo que dirán de nosotros/as la gente del futuro, pero mucho me temo que quienes mandan llevan décadas debilitando los cimientos espirituales de quienes obedecen, con la idea de que así son más fácilmente controlables, pero sin caer en la cuenta que esos mismos cimientos son los que sostienen, cada vez menos, el edificio que pretenden conservar sobre sus propias cabezas.