Escrito el 21/Noviembre/2021 por Nacho
Dado que estos días se está amenazando a los ciudadanos de Austria e Italia con la creación de leyes para vacunarles contra su voluntad, me pareció oportuno publicar esta entrevista realizada a comienzos de año al juez español Jesús Villegas en la que expone claramente la falta de independencia entre el Poder Judicial y el Poder Político en España, situación extrapolable a muchos otros países y que pienso es clave para entender lo que está pasando.
Sé que es un tema algo árido, pero la entrevista es amena y fácil de seguir, y pienso que merece la pena porque, nos guste o no, el actual Estado de Derecho es una de las pocas defensas que tenemos frente a los disparates de quienes realmente manejan los hilos del poder en las sombras.
Así pues, primero pongo el vídeo con la entrevista, y a continuación el resumen de las ideas más relevantes y mis conclusiones:
En líneas generales viene a decir que en los asuntos relevantes para el Poder Político, el Poder Judicial está supeditado a este y carece de independencia:
El problema no está en los jueces individuales, está en el sistema, en la estructura que está montada para politizar la Justicia y controlar a los jueces
(0:47)
Hay un tóxico en el aire [del Sistema Judicial] que es la contaminación política, y en las altas esferas la influencia de la política se siente mucho, mientras que en la base muy poco, a medida que vas subiendo el sistema se va contaminando
(1:24)
El ejemplo más claro sería el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que es elegido al 100% por los políticos, y tiene poder, entre otras cosas, para suspender de empleo y sueldo a cualquier magistrado, con lo cual si un juez está investigando un presunto delito de un político, este político puede haber elegido a uno o más miembros del CGPJ y a través de ellos influir en el juez.
Esto lo explica a partir del minuto 1:42:
[Lo lógico sería] que haya un equilibrio, que parte del CGPJ lo elijan los jueces y parte los políticos
(2:37)
...con lo cual hay una sintonía entre poderes [político y judicial] que lo que hace es destruir la separación, convertirlo todo en una farsa
(3:09)
...en la práctica lo que va a ocurrir es que el Presidente del Gobierno me puede suspender a mi [el juez] de empleo y sueldo
(3:48)
Para colmo, los jueces del Tribunal Supremo son elegidos por el CGPJ:
Pero es que también el CGPJ elige a los magistrados del Tribunal Supremo [...] y las decisiones que emiten los jueces que están en la jerarquía [judicial] en una posición inferior [...] pueden ser revocadas por el Tribunal Supremo
(4:37)
Entonces vemos que el sistema [judicial] se monta como con una trampa, con un truco, para que al final todo quede en manos de los mismos
(5:20)
El centro de decisión [del Poder Judicial] es siempre el mismo: la política
(6:21)
Por otro lado, los magistrados del Tribunal Constitucional a parte de ser también elegidos por el Poder Político, ni siquiera son jueces, y a pesar de ello pueden tomar decisiones judiciales en lo referente a procesos particulares de los ciudadanos:
El Tribunal Constitucional tiene rito judicial, es decir, son unos señores a quienes se les llama magistrados, llevan togas [...] pero no son jueces, [...] no pertenece al Poder Judicial; es un órgano de composición eminentemente política
(6:45)
Lo que es realmente inaceptable es que el Tribunal Constitucional pueda resolver los recursos de amparo que presentan los ciudadanos, [...] y no se puede confiar para [ello] en unos señores [...] que no son jueces y que dependen por completo de la política
(7:28)
Evidentemente el Tribunal Constitucional está mucho más politizado que el Tribunal Supremo, y de verdad que lo digo con dolor: algunas de las decisiones que han tomado han sido escandalosas
(en relación al caso Rumasa y la Ley de Violencia de Género - 8:43)
Es un espectáculo muy triste el que nos da el Tribunal Constitucional
(9:40)
Y ya la guinda en el pastel es la Fiscalía:
La estructura de la Fiscalía en España está militarizada, tiene un fiscal general y a partir de ahí hay [...] una estructura piramidal [de tal forma que] el Fiscal General del Estado puede darle órdenes a cualquier [fiscal] en cualquier parte del territorio nacional
(10:28)
Si hay un fiscal que está investigando un delito en un remoto pueblo [...] el Fiscal General del Estado le puede remover el caso, le puede quitar, le puede echar, le puede dar instrucciones concretas, le puede retirar el expediente y pasárselo a otro, le puede llevar a su despacho, es decir, se trata de una estructura totalmente militarizada que es incompatible con la búsqueda de la verdad y la averiguación del delito
(10:54)
La propuesta del Gobierno supone acercar la investigación criminal a la política [...] y esto en si mismo es algo rechazable; para averiguar el delito [...] la política no tiene nada que ver: NADA
(11:45)
La política no tiene nada que ver con la investigación criminal, si las mezclamos lo que conseguimos es simplemente una burla, una farsa de la Justicia
(12:22)
Creo que el magistrado Villegas explica muy bien la situación, pero según yo lo veo el problema no es sólo que el Poder Judicial esté controlado por un puñado de políticos, sino que a su vez estos son controlados por quienes financian al Estado, teniendo estos últimos la capacidad de coaccionarlo, o incluso destruirlo, simplemente cerrando el grifo del dinero.
Y esta situación, con distintas particularidades, viene a ser la misma en la mayoría de países, con lo cual en la práctica en el Mundo mandan un puñado de personas que controlan el Sistema Financiero y a través de este los Estados y los medios de producción, es decir, una concentración de poder brutal y monstruosa, como no se ha conocido nunca en la Historia, y de la que obviamente no puede salir nada bueno.
Es más, estoy convencido de que ese puñado de personas que controlan el Mundo no son sino "marionetas" de entidades psíquicas cuyo único objetivo es destruir el planeta y la humanidad, aunque no es ahora el momento de profundizar en ello.
La cuestión es que ese poder global en la sombra no está intentando sólo inyectarnos un producto químico contra nuestra voluntad, sino que con ello está intentando destruir nuestros Estados de Derecho, que soy el primero en reconocer que están plagados de defectos y atrocidades como demuestran siglos de Historia, pero aún así son menos malos que una tiranía sin límites donde un puñado de dementes impongan su voluntad al resto del planeta sin ningún tipo de límite ni control.
Por eso, que el Estado de Derecho rechace la vacunación forzosa de la población, no implica sólo el conservar nuestros derechos individuales sobre nuestra salud y nuestro cuerpo, sino también una victoria decisiva y necesaria de nuestra civilización contra la tiranía y arrogancia de unos dementes a quien nadie ha votado y que ni siquiera se dignan a dar la cara.
Lo contrario, el que consiguieran forzar a las personas a vacunarse, sería una derrota total e irreversible del Estado, ya que este habría fracasado en lo más esencial: proteger la dignidad e integridad física de sus ciudadanos contra las agresiones de sus enemigos, que precisamente lo que buscan en este caso no es ni más ni menos que destruir las estructuras de poder existentes para poder ser dueños y señores sin límites de todo lo habido y por haber, incluso de los cuerpos y la salud de las personas.